El Muelle de Olaso

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2017

Tras una vendimia muy escasa en el 2016, la de 2017 supuso un incremento notable de los rendimientos. La pluviometría estuvo repartida y sin grandes tormentas, manteniendo el suelo con un buen nivel de humedad y sin perdidas por exceso de agua ni problemas de erosión del terreno. Durante la primavera cayeron unos 200 l/m² intercalados a lo largo de varios episodios de lluvia. El verano fue seco, pero con algunas rociadas matinales posteriores a los periodos de calor intenso. Durante los últimos días de julio y la primera quincena de agosto predominaron las altas temperaturas con levantes moderados, lo que se tradujo finalmente en graduaciones altas, y mucha concentración. 

2018

Las condiciones meteorológicas resultaron en una de las vendimias más tardías de los últimos años. La pluviometría superó la media histórica, registrándose 630 litros por metro cuadrado en Jerez y cantidades muy superiores, incluso de hasta 800 litros, en pagos concretos de la región. La circunstancia meteorológica más destacable fue la inusual distribución que tuvieron esas lluvias a lo largo del año. Si lo normal es que las precipitaciones se produzcan mayoritariamente en otoño e invierno, en la pasada campaña  casi dos tercios del total, se recogieron entre los meses de marzo, abril y mayo. Por otra parte, las temperaturas durante la primera parte del verano fueron inusualmente suaves, con escasos días de levante durante el mes de julio, lo que ralentizó la maduración de la uva.

2019

El período 2018/19 fue especialmente seco, con apenas 400 litros por metro cuadrado de media en la región, desigualmente repartidos por los distintos pagos y muy lejos de la media anual, superior a 600. La lluvia registrada se ha concentrado además en el otoño y a principios del invierno, mientras que la primavera fue extremadamente seca. Además, el verano fue singularmente suave, con temperaturas significativamente inferiores a la media durante el mes de julio y prácticamente sin vientos de levante. El mes de agosto trajo temperaturas más altas, pero también lejos de las máximas de otros años. En definitiva, la uva maduró de forma muy suave, lo que redundó en una muy alta calidad de los mostos.

2020

Siguiendo la tendencia de la campaña anterior, la vendimia de 2020 fue una vendimia corta en producción. Las razones de esta baja producción hay que buscarlas obviamente en las condiciones meteorológicas que presidieron el año agrícola, con un otoño y un invierno muy secos, a excepción de algunos temporales cortos en el período navideño. En total, la pluviosidad rondó los 500 litros por metro cuadrado a lo largo del año agrícola, muy por debajo de los 600 habituales. Las temperaturas suaves registradas en febrero provocaron un adelanto de la brotación, con los consiguientes riesgos para las yemas incipientes si volvían los fríos antes del fin del invierno. Hasta principios de primavera no llegaron las lluvias, que fueron muy abundantes; ello hizo modificar las perspectivas negativas que auguraban la prolongada sequía, pero tuvo un impacto muy significativo sobre el ciclo de la planta.

2021

El invierno del 2020 concentró casi todas las precipitaciones del año, siendo la primavera del 2021 más seca. El invierno fue suave provocando un adelanto en brotación, situación que, tras una primavera también suave, provocó un record de fecha de comienzo en vendimia. 

El verano fue suave con vientos de levante moderados haciendo que la uva aguantara muy bien en la cepa, con gran sanidad, y dando graduaciones más bajas de lo habitual.

2022

El 2022 ha sido la cosecha más cálida que hemos trabajado. Aunque el invierno tuvo unas lluvias habituales, la primavera fue extremadamente seca, no produciéndose prácticamente precipitaciones. El verano se mantuvo seco con temperaturas anormalmente altas, esto nos dejó una cosecha en la que tuvimos que trabajar extra en la viña para tratar de sacar lo mejor en una situación muy difícil, resultando una gran añada finalmente por su complejidad y concentración, siendo una de nuestras favoritas en los últimos años.

El Muelle de Olaso, hace homenaje al lugar de origen de Luis Pérez. A principios del siglo XX en Bajo de Guia (Sanlúcar de Barrameda), este muelle fue mandado construir por el Marqués de Olaso, y servía como punto de partida de la travesía con Sevilla por via fluvial. Este vino representa nuestra visión de hacía donde va el futuro de nuestra región. Entrada a los jereces desde los Vinos de Pasto, manteniendo la identidad. 

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VARIEDAD

100 % Palomino Fino

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VITICULTURA

El viñedo tiene 40 años y esta podado a moflete. Una forma particular de conducción jerezana para viñedos que ya no son capaces de seguir en vara y pulgar. El rendimiento es de unos 5000 kgs/Ha debido a la vejez y al tipo de poda. El suelo es una Albariza de Barajuelas, famosa por tener una marga laminar que recuerda al perfil de una baraja de cartas. 

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VENDIMIA

La vendimia se realiza en un continuo durante casi 2 meses. Los vendimiadores van recorriendo el viñedo desde principios de agosto hasta final de septiembre seleccionando racimos para diferentes tipos de vinos. Los primeros días se recogen los racimos más verdes y menos favorecidos en la planta. Esta primera selección se destina a la elaboración de un vino con baja graduación alcohólica y alta acidez, que utilizamos para corregir al resto de vinos, la segunda selección es destinada al Muelle de Olaso, tercera para las Palmas, cuarta para los Cortados y quinta para las Rayas. 

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Elaboración

El 80% está fermentado en inox a baja temperatura, el otro 20% se asolea y fermenta en bota jerezana envinada que se deslía en diciembre. Posteriormente el vino se ensambla y pasa 6 meses de crianza sobre lías en depósito.