2014
La vendimia de 2014 supuso una vuelta a rendimientos más normales, con una producción algo menor que en la campaña anterior que conllevó una calidad en general excelente. El año agrícola estuvo marcado por un bajo nivel de lluvias. Tuvimos temperaturas suaves imperantes durante los meses de julio y agosto y la práctica ausencia de vientos de levante hizo que la uva no sufriera previamente a la vendimia. Las labores de corta comenzaron en los pagos del interior a comienzos de agosto.
2016
El año agrícola fue relativamente seco, a pesar de las lluvias torrenciales que afectaron a nuestra zona en el mes de mayo. Por otra parte, los vientos de levante fueron la tónica general durante buena parte del mes de julio y toda la primera quincena de agosto. Como es sabido, el levante tiene una incidencia directa sobre la maduración de la uva, y al mismo tiempo sobre la concentración. Gracias a estas condiciones, podemos hablar de una de las añadas más equilibradas y mejor definidas de las últimas décadas.
2018
Las condiciones meteorológicas resultaron en una de las vendimias más tardías de los últimos años. La pluviometría superó la media histórica, registrándose 630 litros por metro cuadrado en Jerez y cantidades muy superiores, incluso de hasta 800 litros, en pagos concretos de la región. La circunstancia meteorológica más destacable fue la inusual distribución que tuvieron esas lluvias a lo largo del año. Si lo normal es que las precipitaciones se produzcan mayoritariamente en otoño e invierno, en la pasada campaña casi dos tercios del total, se recogieron entre los meses de marzo, abril y mayo. Por otra parte, las temperaturas durante la primera parte del verano fueron inusualmente suaves, con escasos días de levante durante el mes de julio, lo que ralentizó la maduración de la uva.
2019
El período 2018/19 fue especialmente seco, con apenas 400 litros por metro cuadrado de media en la región, desigualmente repartidos por los distintos pagos y muy lejos de la media anual, superior a 600. La lluvia registrada se ha concentrado además en el otoño y a principios del invierno, mientras que la primavera fue extremadamente seca. Además, el verano fue singularmente suave, con temperaturas significativamente inferiores a la media durante el mes de julio y prácticamente sin vientos de levante. El mes de agosto trajo temperaturas más altas, pero también lejos de las máximas de otros años. En definitiva, la uva maduró de forma muy suave, lo que redundó en una muy alta calidad de los mostos.